Nuestros vínculos en cuarentena
Hoy queremos reflexionar acerca de nuestra condición de seres sociales y cómo esta circunstancia tan particular fue naturalizando una distancia que jamás habíamos imaginado.
Si racionalizamos la importancia de la distancia social como estrategia para cuidarnos y para cuidar a los otros, podemos entenderla y respetarla. Sin embargo, esto no deja de generar huellas e impacto emocional en nuestra manera de vincularnos.
Si lo analizamos un poco, vemos que en esta cuarentena solemos oscilar entre dos polos:
Por momentos tomamos consciencia de lo importante que son nuestros seres queridos y nos duele extrañarlos tanto. Buscamos formas variadas y creativas de vincularnos, para acortar las distancias. Sentimos nostalgia, nos enoja el paso del tiempo y todas las oportunidades de compartir que nos vamos perdiendo.
Otras veces nos sucede lo contrario, como consecuencia del desgaste por el exceso de convivencia con quienes tenemos a mano, estamos cansados, deseamos re-encontrar espacios de soledad, de silencio. Estar todo el tiempo con otros, sin estar acostumbrados a esto, es una realidad desgastante que genera roces y falta de tolerancia, que va fluctuando en el encierro.
Estas experiencias emocionales nos atraviesan a los adultos pero también impactan en los niños, que se muestran también ansiosos por re-encontrarse con sus amigos, además de ver a sus familiares. A su vez, se los percibe temerosos ante el peligro que implica la enfermedad y la incertidumbre del futuro. Se enojan con nosotros por la falta de certezas ante sus reclamos cargados de impotencia.
Estas situaciones conllevan la presencia de cierto malestar difícil de manejar, de una incomodidad que se naturaliza y que tenemos indefectiblemente que aceptar. Porque tantas dudas, tanta incertidumbre, abruma. Lo importante es que podamos detenernos y conectarnos con estas sensaciones, abrazarlas porque no se supone que sintamos otra cosa ante una realidad incómoda que se impone.
Aceptar la realidad aunque duela, nos alivia y nos permite pasar a otra cosa. Por ejemplo, a pensar en el desafío de cómo podemos estar cerca en la distancia. Cómo transmitirle al otro lo importante que es para nosotros, a pesar de no poder abrazarlo.
Ideas para recrear. Les proponemos dos ideas que nos ayudan a hacer sentir bien a otros, a poder transmitirles nuestro cariño.
Desafío cariñoso: tomamos un papel y hacemos una lista de las personas que queremos. A los más pequeños, que aún no saben escribir, se les puede proponer que los dibuje. Luego, tendremos el desafío de pensar de qué forma les podemos demostrar nuestro cariño y llevarlo a cabo. No demos por hecho que saben que los queremos!! A quién no le gusta escuchar que le digan algo lindo o recibir una demostración de cariño?
Mensajes cariñosos: esta actividad la podemos hacer con quienes convivimos (y así generamos un clima de mayor amorosidad en casa) o podemos hacerla a distancia: cada persona que participe de la propuesta escribe su nombre en una hoja o en un documento de google. Luego va pasando su hoja o compartiendo su documento a las distintas personas participantes que deberán escribir por qué piensan que es especial el dueño de esa hoja, o qué es lo que más les gusta de él/ella. Una vez que esa hoja fue circulando por las distintas personas y todos escribieron su mensaje, vuelve a su dueño quien podrá leer esos mensajes cariñosos y por qué no, guardarlos como un tesoro, ¡¡para cuando el ánimo necesite una recarga de mimos!!
Equipo CreSER