VIVIMOS LA CUARESMA Y LA CUARENTENA:
Invitemos a Jesús a vivir en nuestra casa, hagamos de ésta el desierto más fecundo
Actividad: al sentarse en la mesa a comer recen juntos el Padre nuestro. Comenten y lean pausadamente el siguiente texto. Al finalizar la conversación respondan las preguntas. Todo comentario es válido, no deben corregirse, que sea un espacio abierto y en confianza.
Estamos nerviosos, vivimos en incertidumbre, empezamos a desacelerar ¿Puede ser este un mensaje? ¿Miramos esta pandemia con una mirada más profunda y trascendental? (Noe tuvo la cuarentena del diluvio, José la sequía, otros las pestes,).
Pensemos en Jesús. Estos días de Cuaresma está en el desierto ¿Por qué un desierto? Porque es un lugar donde no hay “nada”, no hay comida, ni agua, ni gente, ni ruido, solo Él que se prepara para vivir la semana de su vida, de su muerte y resurrección. Este tiempo de cuarentena tenemos que volver a nuestras casas, bajar el ritmo de vida, evitar contactos y salidas a menos que sean estrictamente necesarias. Es así como en el silencio, en la actividad esencial, nos encontramos como familia, con nuestra esencia, dejamos todo lo extra y superficial para tener lo vital. Pensemos y reflexionemos ¿Cómo estamos como familia? ¿Estar en mi casa es un lugar de agrado? ¿Estar con los míos me hace feliz? ¿Es esta familia abierta y poseedora de la Sagrada Familia? Es el tiempo de apagar la televisión y conversar, guardar celulares, pantallas y compartir. Podemos vivir la Cuaresma acompañando a Jesús. Hagamos de nuestra casa el desierto más fecundo, más fértil y florido, lleno de valores y riqueza espiritual, conversemos, estemos juntos, recemos unidos y con fe el “Padre nuestro” pidiendo el pan de cada día. No las tortas anuales que solemos pedir, sino que lo esencial para solidificarnos y unirnos. Que sean días de conversaciones, oración, agradecimiento y de compartir, de conectarnos con el Evangelio, en donde Jesús tenga un espacio en nuestra mesa. Invitémoslo a vivir la Cuaresma en nuestras casas y corazones, desiertos fecundos, donde sea el invitado más especial.
El Papa Francisco nos invita a saborear la Pascua, y solo podemos hacerlo dejando de lado lo superfluo y alimentándonos de lo que realmente importa. Aprovechemos y veamos el lado positivo de esta cuarentena como un medio que nos permite unirnos a Dios y a nuestras familias.
Preguntas de reflexión:
Si llega Jesús desde el desierto y se sienta en nuestra mesa:
¿Cómo lo recibiríamos? ¿Qué le preguntaríamos o diríamos ?
¿Qué característica nos identifica como familia y nos gustaría entregarle a Jesús?